En los lugares donde más pobreza hay, más ricos son los ricos. Es un hecho lamentable pero es un hecho. Y en la India se ve claramente en el Lago Pichiola, en la Ciudad de Udaipur donde a orillas de la pobreza el lujo asiático roza la excelencia y forma un contraste digno de admirar y digno de odiar. Hoteles flotantes de 5 estrellas, palacios descomunales, mansiones familiares… y junto a ellos, como veremos en el siguiente post, la realidad de la India. La pobreza y sus gentes que se bañan en las aguas donde los ricos lanzan sus excrementos. Es el lago de los ricos y el lago de los pobres.
En el año 1362 a un Maharajá se le ocurrió crear un lago artificial para poder disfrutar del embrujo de las aguas en un lugar muy árido. Y lo mandó construir.
La estampa del lugar debió de mejorar sobremanera y las vistas que el lago formaba eran dignas de los mejores palacios y las mejores mansiones. Así que se pusieron en marcha y lo rodearon de magníficas construcciones que convertían el lugar, antaño pobre, desértico y sin ningún interés, en una de las zonas más bellas y cotizadas del país.
Y así lo han conservado. Con ese estilo de conservación tan peculiar que tienen en la India. Y lo han implementado. Mientras que la mayoría de la población de la ciudad subiste con menos de 1$ al día, se puede dormir en uno de los hoteles flotantes o de las islas del lago por el módico precio de 400$ la noche.
Es un lugar hermoso, de eso no cabe duda. Han sabido emerger de la nada y han creado un lugar muy especial. Con historia y con gusto. Con arte y pasión. Observar las construcciones de época desde la orilla de enfrente, desde alguno de los hoteles y restaurantes que flanquean el lago en su vertiente Oeste, o en un barco desde el agua es una de esas imágenes que se te quedan grabadas para siempre.
Es como te imaginas que debió de ser la época dorada de la India. Con sus palacios de cuento y su excelencia en la arquitectura y el tallado de sus fachadas. Y encima, con una iluminación nocturna que ni sus arquitectos pudieron imaginar alguna vez.
Solo tiene un problema: tanto el lago como su realidad son un espejismo. Una irrealidad social que descubriremos en el siguiente capítulo: Lago Pichiola, el lago de los desamparados.